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El lado oscuro de Perón: el escándalo con Nelly Rivas

Juan Domingo Perón, ícono del poder en Argentina, proyecta una sombra que va más allá de su populismo. En 1953, a los 58 años y en la cúspide de su presidencia, cruzó una línea imperdonable al iniciar una relación con Nélida Haydeé Rivas, una adolescente de solo 14 años. Esta no es una historia de rumores, sino un hecho documentado que expone el lado más sórdido de su carácter.

Nelly, hija de un obrero y una portera, conoció a Perón en la Unión de Estudiantes Secundarios (UES), un grupo creado en la Quinta de Olivos, supuestamente para actividades culturales. En realidad, según Amor y violencia, la verdadera historia de Perón y Nelly Rivas de Juan Ovidio Zavala, la UES fue diseñada por el ministro Armando Méndez San Martín para “entretener” a Perón tras la muerte de Evita en 1952. Allí, el presidente, abusando de su autoridad, sedujo a una niña vulnerable con regalos y promesas. Nelly se mudó al Palacio Unzué, bajo el pretexto de cuidar a los perros de Perón, “Monito” y “Tinolita”. Pronto, la relación se volvió sexual. Ella misma lo admitió: “La atracción mutua nos venció. Todo sucedió repentina e inesperadamente” [ver detalles en Las mujeres de Perón de Araceli Bellotta].

Perón no se escondió. Exhibió a Nelly en eventos como el Festival Cinematográfico de Mar del Plata de 1954, vistiéndola con ropa de Evita. Le dio joyas, una casa valuada en 140.000 pesos y 309.000 pesos en efectivo, bienes confiscados tras su caída en 1955 [archivos en la Biblioteca Nacional]. Cartas suyas, autenticadas por peritos, confirman el vínculo: “Nenita querida, con lo que te dejé podrás vivir un tiempo. En cuanto llegue, te mandaré a buscar”, escribió desde el exilio.

El escándalo explotó tras el golpe de 1955. Los antiperonistas acusaron a Perón de estupro, un delito por relaciones con menores. Él, desde el exilio, lo negó, diciendo que solo veía a Nelly como “una nena”. Pero testimonios de empleados y cartas lo desmienten: convivieron casi dos años. Nelly pagó caro: fue internada 218 días en un asilo para prostitutas, donde su salud colapsó, y sus padres fueron encarcelados, acusados de complicidad. El proceso judicial, lleno de irregularidades, prescribió en 1965.

Perón nunca rindió cuentas. Regresó al poder en 1973 y, en un último encuentro con Nelly, le dijo fríamente: “Ésta es la última vez que nos vemos”. Ella murió en 2012, pobre y marcada por el trauma. Este no es un ataque político; es una verdad cruda que muestra a Perón como un depredador que, desde el poder, manipuló y destruyó la vida de una niña. Para más pruebas, consulta Las mujeres de Perón o los expedientes en la Biblioteca Nacional.